
Solo me hablaron del peligro de los hombres,
como ellas no los conocían ni los podían tener, nos segaron a nosotras la
posibilidad de tenerlos, conocerlos,
amarlos y odiarlos, cuando fuera preciso. Pasamos de no conocerlos a odiarlos.
Entonces no me dijeron que existía una
libertad, que yo podría ser capaz de disfrutarla, como hacen ellos, que viven
felices y solo buscan esa libertad de la que todos y todas hablamos, pero para
ellos es un sueño a conseguir,
Para nosotras una quimera que nunca
conseguiremos.
Las monjas con sus charlas de vida, sin estar
en el mundo, lo que dice la religión, lo que se supone que tenemos que hacer.
Hemos perdido de vista y odiamos a la mitad de
la humanidad, con la que ahora tenemos que vivir y relacionarnos, pero siempre
pensando que nunca van a se buenos, siempre nos van a engañar, para quedarse
con nuestra virtud.
Lo que piensen los demás, el qué dirán, es
otra barrera de esclavitud, seguro que a los hombres nunca les dijeron lo que
tenían que sentir, por donde tenían que caminar, ni que las mujeres éramos su
enemigo, a ellos, les dejaron la posibilidad de elegir, de conocer mujeres
buenas y malas, según su criterio, no como a nosotras, que solo conocemos a una
clase de hombres: los malos. Todos son iguales.
Ahora mediada mi vida, me cuesta salir de esas
barreras que me han estado poniendo desde siempre, la sociedad, las religiosas,
seguras en sus conventos y mi madre.
Ahora quiero conocer realmente a los hombres,
a todos; quiero conocer a los malos, los que no merecen mi cariño; a los
regulares, con los que hay que andar con pies de plomo; pero sobre todo quiero
conocer a los buenos. Son una mayoría que se siente rechazada solo por ser
hombres, por pertenecer a esa raza maldita masculina, que sin saber porqué
tienen el estigma de la maldad adosado a su ser aunque no quieran.
Quiero salir a la calle y mirar de frente al
mundo, hacer lo que crea que tengo que hacer, pero por mí misma, no lo que me
dijeron que tenía que hacer y sentir. No me importa lo que piensen los y las
demás. Quiero hacer lo que crea que es mejor para mí y no sentirme juzgada por
una sociedad, o igual de limitada que yo, o falsa, que dice que no, a una cosa
en público y la hace en privado.
Quiero ser libre como la otra mitad de la
humanidad, quiero tener la oportunidad de equivocarme, y sufrir por mis errores
y mi falta de experiencia.
VIRtudess
Una gran entrada con reflexiones profundas sobre imposiciones fuertes que son verdaderos estigmas. Valiente decisión al asumir un cambio. Me encantó el blog. Te sigo. Un abrazo.
ResponderEliminarCuando se tiene una educación llena de prohibiciones en las que en todo o casi todo, solo se muestra la parte menos amable, deshacerse de ese lastre y descubrir que la vida y las relaciones son otra cosa cuesta mucho,pero se puede, de eso no cabe dudas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sólo aprendemos de los fracasos y de las equivocaciones, pero tienen que ser nuestros los errores y los aciertoS.
ResponderEliminarCaminaNdo se hace camino y se aprende a vivir.
BESOS.
Cómo pueden dar ejemplo, quiens no han tocado el barro?
ResponderEliminarMe gustó mucho leerte.
un abrazo
Una gran reflexión y lo importante que es el "darse cuenta". Muchas mujeres van por la vida sin ser conscientes de esas creencias limitantes que les fueron impuestas desde niñas y viven considerando que todos los hombres son malos.
ResponderEliminarFelizmente las creencias son solo pensamientos (aunque con un fuerte grado de certeza), y por lo mismo con un poco de constancia y empeño, se pueden cambiar.
Que bueno despertar y darse cuenta que no todo lo que nos dijeron y enseñaron tiene que ser verdad.
Un abrazo
Si es bastante complicado expresar tus deseos cuando a pesar de tanto progreso, la sociedad sigue siendo ''arcaíca'' y la educación también.
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