Te veía al otro
lado de la cama, te adivinaba libre. Estabas aflojada, disfrutando, descansada,
con el rostro ahora encajado.
No se dibujaba,
esculpía, en tu rostro la violencia de hace un momento, mientras me cabalgabas
airosa, mandando, ordenando mis placeres, lo que debía hacer, lo que debía
sentir, ribeteado de gritos y suspiros, roces descontrolados, presiones
gigantescas… para acabar en un suspiro profundo, cuyas réplicas me hicieron
abandonarme y llegar donde nunca había llegado un ser mortal como yo, con una
diosa.
Relajada, tú
dormías. Excitado, yo soñaba. Creaba nuestros próximos viajes. A Ciudad Disipada, a la Colina de la Libido, a
Tierra de Placeres, a Señorío de Pasión y Fuego…
Tú sabías qué iba a
pasar mañana, yo soñaba qué no iba a pasar mañana.
Las primeras
claridades del alba me despertaron de mi sueño, y vi la túnica y tu cilicio.
VIRtudess